Inventario
I
Quien inventó la ciudad se preocupó por llenarla de extraños
Y por ayudar al viento a marcar los trazos del destino.
He brindado mi vida al fracaso.
Aunque en algunas ocasiones he podido levantar la mano y reír;
Así que ni siquiera soy un buen perdedor.
Nací de espaldas al triunfo y a la derrota.
La ciudad está llena de mediocres como yo.
Espero que nunca me encuentres en la calle,
Que no te acaricie el deseo de quedarte a mi lado.
¿Lo entiendes?
Aléjate.
II
Prometo despertar temprano mañana y comprarle
Un carro de plástico al hijo que nunca tendremos.
También compraré queso y fruta.
Hay que procurar la comida sobre la mesa.
Me gusta que la casa huela a café, a tu sexo.
Al medio día llevaré al niño al zócalo
A perseguir palomas y a que vea los adornos navideños.
Las uvas se pudren rápido así como mis caricias,
Los planes se llenan de moho,
La dicha, los placeres que pienso en compartir contigo
Se rompen en mis manos.
La torpeza es uno de mis dones.
Prometo despertar temprano mañana
Y cerrarle los ojos al hijo que nunca tendremos.
(La vida me quitó tu cuerpo desde esa tarde
En que te vi asomándote por la ventana.)
III
Hay días en que lloro sólo por hacer algo,
Por sentir que soy útil al menos para eso.
No recuerdo nada en esos momentos;
Ni el cuerpo de alguna mujer,
De las que ocupan los anaqueles
De mis frustraciones
Ni esas ciudades distantes
A las que nunca llegué.
Es sólo que quiero llorar
Como quien toma una manzana y la muerde.
Me gusta llorar en los camiones o en el metro,
Me gusta llorar donde nadie me conoce
Porque entonces no hay quien te pregunte:
¿Qué te pasa?
Si un día me ves llorando; no te espantes,
No intentes consolarme con palabras,
Mejor levanta tu blusa, muéstrame tus senos
Y dime; ven, acércate.
IV
Ayer soñé que me mirabas con el entusiasmo
Con el que corre un niño desnudo por la playa.
Ojalá te enamores de mí:
De algo han de servir esos días.
Prometo que iremos a la playa,
Y que te cubriré los senos con la arena,
Te haré el amor todas las mañanas
Y beberemos vino.
Son sólo promesas domésticas,
Sin emociones
¿A quién le importan?
Envío
Tu cuerpo desaparece como las sombras
De las aves encima del pavimento.
Y eso duele.
Como cuando te rompen la madre por
Primera vez
Y te das cuenta que todo te saldrá mal
El resto de tu vida.
Quien inventó la ciudad se preocupó por llenarla de extraños
Y por ayudar al viento a marcar los trazos del destino.
He brindado mi vida al fracaso.
Aunque en algunas ocasiones he podido levantar la mano y reír;
Así que ni siquiera soy un buen perdedor.
Nací de espaldas al triunfo y a la derrota.
La ciudad está llena de mediocres como yo.
Espero que nunca me encuentres en la calle,
Que no te acaricie el deseo de quedarte a mi lado.
¿Lo entiendes?
Aléjate.
II
Prometo despertar temprano mañana y comprarle
Un carro de plástico al hijo que nunca tendremos.
También compraré queso y fruta.
Hay que procurar la comida sobre la mesa.
Me gusta que la casa huela a café, a tu sexo.
Al medio día llevaré al niño al zócalo
A perseguir palomas y a que vea los adornos navideños.
Las uvas se pudren rápido así como mis caricias,
Los planes se llenan de moho,
La dicha, los placeres que pienso en compartir contigo
Se rompen en mis manos.
La torpeza es uno de mis dones.
Prometo despertar temprano mañana
Y cerrarle los ojos al hijo que nunca tendremos.
(La vida me quitó tu cuerpo desde esa tarde
En que te vi asomándote por la ventana.)
III
Hay días en que lloro sólo por hacer algo,
Por sentir que soy útil al menos para eso.
No recuerdo nada en esos momentos;
Ni el cuerpo de alguna mujer,
De las que ocupan los anaqueles
De mis frustraciones
Ni esas ciudades distantes
A las que nunca llegué.
Es sólo que quiero llorar
Como quien toma una manzana y la muerde.
Me gusta llorar en los camiones o en el metro,
Me gusta llorar donde nadie me conoce
Porque entonces no hay quien te pregunte:
¿Qué te pasa?
Si un día me ves llorando; no te espantes,
No intentes consolarme con palabras,
Mejor levanta tu blusa, muéstrame tus senos
Y dime; ven, acércate.
IV
Ayer soñé que me mirabas con el entusiasmo
Con el que corre un niño desnudo por la playa.
Ojalá te enamores de mí:
De algo han de servir esos días.
Prometo que iremos a la playa,
Y que te cubriré los senos con la arena,
Te haré el amor todas las mañanas
Y beberemos vino.
Son sólo promesas domésticas,
Sin emociones
¿A quién le importan?
Envío
Tu cuerpo desaparece como las sombras
De las aves encima del pavimento.
Y eso duele.
Como cuando te rompen la madre por
Primera vez
Y te das cuenta que todo te saldrá mal
El resto de tu vida.
1 Comments:
queríamos hacerlo más cabrón, más pinche dolido, pero no supimos cómo. si quieres, hazle correcciones y nos las mandas. el caso es depositarlo en el último escalón antes del infierno, donde lo ves y dices: mejor ni lo recojo.
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