domingo, março 26, 2006

isabelinos

Donde los Tres Cochinitos discurren
sobre una Moça, cuyo reinado lastima y zahiere


1.
Estoy buscando prietas aspirinas,
rivotriles o flánax, ventolines,
tachas, alcohol y coca, graneodines,
algo que al fin detenga estas turbinas
---que estallan en mi cráneo, fin de mundo,
principio de tu cuerpo enajenante,
veme, abre tu vagina lubricante,
te estoy buscando a gatas, tremebundo
---idiota, teporocho, puerco, negro,
estoy nadando con la espalda rota,
hazme clic, quítate el seguro, explota
en mis testículos, dame reintegro,
---estoy buscando un chocho o una pastilla
que acabe ya esta imbécil pesadilla.

2.
Oye, niña ojos de papel volando,
¿me traes de tu pendejo o qué te pasa?
Te apersonas así nomás en casa
con los pants a la cadera, mirando,
---asomada a la ventana, le gritas
a la calle, a la gente, me preguntas
¿cómo se me ven los senos? y juntas
los dedos y te tocas las puntitas
---que refulgen, monedas de oro, dioses
habitan en tus tetas, en tu mano,
sé que cogiste ayer con un Fulano
y no me importa mientras vengas y roces
---mi verga con tu lengua. Desespero.
Ya déjame en la paz de mi chiquero.

terça-feira, março 21, 2006

endecha

Donde los Tres Cochinitos discurren
sobre una Moça, que dexólos en llanto

Ésta es mi pobre historia:
Era gorda, era fea,
vivía en la depresión;
a cambio de unas chelas
me compró en una esquina
(Uruguay e Isabela);
a cambio de unos chupes
se metía en mi pieza;
detestaba mi casa,
no tragaba a mi perra;
se veía mal de malas,
se veía peor contenta.
Poco a poco aprendí
a rolarla con ella,
a bajarnos al Zinco
pues decía ser jazzera;
a fajar en el baño
de cantinas horrendas;
poco a poco enseñóme
a chuparle las tetas,
a besarla y besarla,
a escribirle poemas:
“Me gustas cuando callas
pues me gusta tu ausencia...”
Se fue como si nada,
me dejó en la pendeja:
cómo extraño besarla,
cuánto quiero que vuelva,
que me pegue y me cague
esa triste culera...

quarta-feira, março 15, 2006

sonetito del cabrito

Voy a cantar la loa del cabrito,
cantar pierna, paleta y riñonada
(con esa entraña que es joya enterrada,
que vive entre la realidad y el mito

y sostienes frente a ti, el apetito
temblando cual ninfeta exasperada).
Bestia joven, bestia al pastor asada,
cabrito al horno y hasta cabro frito,

alzo por ti este breve monumento,
por tu piel en que brilla algo ambarino,
por tu carne perfecta y que no muda.

Tierno cabrito, piénsote en mi cruda:
no faltes –ya lo dijo el argentino–[1]
a mis labios en el postrer momento.


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[1] Sí, es cierto, así hacen sus poemas los Tres Cochinitos; la cita está en El otro, el mismo (1964) de Borges. Es el final del "Poema del cuarto elemento":

Agua, te lo suplico. Por este soñoliento
nudo de numerosas palabras que te digo,
acuérdate de Borges, tu nadador, tu amigo.
No faltes a mis labios en el postrer momento.